Laudate Deum – El Papa Francisco renueva su llamamiento a proteger nuestra casa común
El miércoles 4 de octubre, el Papa Francisco ha publicado su exhortación apostólica Laudate Deum (Alabado sea Dios), una declaración sobre la ecología, que da continuidad a su encíclica Laudato Si’ sobre el Cuidado de nuestra Casa Común, publicada hace ocho años. La publicación de Laudate Deum, en la fiesta litúrgica de San Francisco de Asís, coincide no sólo con el final del Tiempo de la Creación, sino también con el inicio del Sínodo sobre la Sinodalidad, que durará un mes.
En el nuevo documento, el Papa Francisco añade que “no tenemos reacciones suficientes” ocho años después de la Laudato Si’, en la que revelaba su sentida preocupación por el cuidado de nuestra casa común; y sin embargo el mundo sigue sintiendo las consecuencias.
Reflexionando
sobre el problema climático global, el Papa Francisco sostiene que la creciente
incidencia de fenómenos meteorológicos extremos (calor, sequías) son la prueba
de “una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos” e insta a no desestimarlo.
Observa que ya no se puede dudar del origen humano “antrópico” del cambio
climático, ya que la concentración de gases de efecto invernadero en la
atmósfera, que se mantuvo constante hasta el siglo XIX, ha aumentado junto con
el desarrollo industrial durante los últimos 50 años. Además, en el último
medio siglo se ha registrado el aumento más excepcional de las temperaturas,
mayor que en cualquier otro momento de los dos mil años anteriores.

Al tiempo que subraya que no debemos ignorar que la posibilidad de llegar a un “punto crítico” es real, el Papa Francisco nos anima a considerar una perspectiva más amplia que nos permita apreciar las maravillas del progreso sin dejar de prestar atención a los efectos ocasionalmente nocivos que eran inimaginables hace un siglo.
El Papa Francisco vuelve a la cuestión del paradigma tecnocrático que está detrás del actual declive medioambiental, que ya trató anteriormente en Laudato Si’. Advierte que “no todo aumento de poder es un progreso para la humanidad”, frente al aumento de poder que trae consigo la tecnología, y subraya que “un ambiente sano también es producto de la interacción del ser humano con el ambiente”. A la luz de esto, debemos reconsiderar “la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites”.
Otro
problema planteado por el Papa en su exhortación apostólica es la debilidad de
la política internacional. Apoya el multilateralismo como estrategia para
construir organizaciones mundiales más poderosas, capaces de proveer al bien
común global, erradicar el hambre y la pobreza, y defender los derechos humanos.
Aboga por reconstruir y recrear el viejo multilateralismo teniendo en cuenta la
nueva situación internacional, subrayando que nuestro mundo se ha vuelto tan
multipolar y complicado que se requiere un nuevo marco de colaboración.

Foto de CPAL.
A continuación, el Papa Francisco examina las pasadas conferencias sobre el clima, destacando sus éxitos y sus defectos. Observa que algunos de los acuerdos de estas conferencias han tenido “un bajo nivel de implementación” debido a la falta de un sistema adecuado de supervisión, evaluaciones periódicas y sanciones, y que las ideas que declararon todavía requieren medios eficaces de aplicación práctica. De cara al futuro, el Papa Francisco espera que la reunión de la COP28 en los Emiratos Árabes Unidos permita acelerar drásticamente la transición energética, con compromisos efectivos y una supervisión continua. Desea que la COP28 inicie un nuevo proceso que será drástico, intenso y contará con la dedicación de todos.
El Santo
Padre recuerda a los fieles las motivaciones espirituales que nacen de su fe,
subrayando que “Dios vio todo lo que había hecho y, en efecto, era muy bueno”
(Gn 1, 31), y por tanto la responsabilidad por la tierra de Dios significa
respetar las leyes de la naturaleza y el delicado equilibrio entre las
criaturas del mundo. Pide a todos que se unan a él en este camino de
reconciliación con nuestra casa común para hacerla más bella, porque ese empeño
propio “tiene que ver con la dignidad personal y con los grandes valores”.
