Un espacio sagrado de humanidad

La Cuaresma es un tiempo de oración, reflexión y disciplina para los católicos de todo el mundo. En vísperas de la Semana Santa, publicamos reflexiones personales de jesuitas de diversos lugares del mundo, involucrados en diferentes apostolados de la misión. Nuestro primer testimonio viene del P. Lân Ngô, SJ, jesuita vietnamita de la Provincia US West (Oeste de los EE.UU.).

Por Lân A. Ngô, SJ

Ser jesuita es vivir una vida llevando muchos sombreros. Durante mis 30 años en la Compañía de Jesús, he sido seminarista, estudiante de posgrado y catequista laico. He sido vicario parroquial en una mega parroquia, animador de retiros y guía espiritual. Pero es en mi puesto actual como profesor adjunto de Historia de Asia e Historia de la Iglesia Asiática en la Universidad Loyola Marymount (LMU) de Los Ángeles, California, donde me encuentro cuando hago esta reflexión.

Durante más de ocho años, he enseñado historia asiática e historia de la Iglesia en Asia. Aunque ocasionalmente tengo la oportunidad de ayudar a la pastoral universitaria en sus programas de oración y reflexión, y sigo comprometido con mis actividades pastorales con la comunidad católica más amplia del sur de California, me dedico a la enseñanza superior. Esa misión está llena de gracia y repleta de encuentros con estudiantes que buscan encontrar su lugar en la vida; encuentros que a menudo me llevan más allá de las paredes de mi aula.

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P. Lân Ngô, SJ.

Recientemente, me ofrecí como voluntario para servir a la archidiócesis de Los Ángeles como confesor de los participantes en el LA Religious Congress (Congreso Religioso de Los Ángeles). Ser testigo del encuentro entre mis hermanos y hermanas y Dios ha sido una experiencia llena de gracia. Como sacerdote, se me permitió entrar en el espacio sagrado de sus vidas. Puede que ese espacio no tenga hermosos cristales de vidrieras, ordenadas filas de bancos o dorados libros de himnos, pero contiene los recipientes de barro bien usados y a menudo rotos de sus vidas: destellos de sus heridas, sus luchas contra fuerzas que escapan a su control y sus experiencias de vivir y luchar por ser buenas personas.

Al ser invitado a ver la realidad de su humanidad en ese espacio sagrado, supe que se encontraban con algo que tocaba cada fibra de su ser. Fui testigo de lágrimas de alegría, de autoaceptación y del éxtasis de sentirse abrazados por su Dios misericordioso. En el aula, me pongo el sombrero de maestro, juez y calificador, pero en el confesionario, sólo soy un compañero peregrino, un sanador y un consolador. Después de horas de estar con mis hermanos y hermanas, me encontré en un extraño sentimiento de consolación porque tuve el honor de sentir la presencia de Dios en medio de nuestra imperfección humana.

Enseñar en LMU no es el mismo trabajo que hice mientras servía en una parroquia, pero es tan rico como cualquier otro apostolado y es un apostolado similar de encuentro. Aunque todavía estoy aprendiendo a dominar las habilidades del apostolado intelectual, doy la bienvenida a nuevas y creativas oportunidades pastorales cerca de la Universidad Loyola Marymount, como ser confesor en el LA Religious Congress o como padre espiritual de las novicias y hermanas de las Amantes de la Santa Cruz. Para mí, ése es mi viaje cuaresmal. Me quedo y trabajo en la colina de la LMU, pero no tengo miedo de seguir al Espíritu a donde se me necesite para ser mensajero de buenas nuevas.

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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El Servicio de Comunicaciones de la Curia General publica noticias de interés internacional sobre el gobierno central de la Compañía de Jesús y sobre los compromisos de los jesuitas y sus partenarios. También se encarga de las relaciones con los medios de comunicación.

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