Por Sílvio Marques SJ | Director SARES - Manaus, Brasil

El 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo, es imperativo arrojar algo de luz sobre la difícil situación y la resistencia de los pueblos indígenas, en particular de los que viven en la selva amazónica y congoleña. A pesar del importante papel que desempeñan en la conservación de sus ecosistemas, se ven amenazados por actividades económicas como la agroindustria, la deforestación y la minería. Este artículo de Sílvio Marques, SJ, Director del Servicio Amazónico de Acción, Reflexión y Educación Socioambiental (SARES), arroja luz sobre los innumerables retos a los que se enfrentan los pueblos indígenas y pone de relieve su inquebrantable resistencia para proteger sus tierras, culturas y modo de vida.

La selva amazónica y la selva congoleña constituyen el mayor complejo forestal tropical del planeta. En ellas vive una gran diversidad de pueblos nativos con sus lenguas, tradiciones y culturas ancestrales. Estos pueblos sufren cada vez más violaciones que ponen en peligro su existencia.

En la Amazonia actual el modelo económico que privilegia la expansión de actividades productivas incontroladas como la agroindustria de monocultivos de soja, y algodón, la deforestación indiscriminada y la expansión de la frontera ganadera, la promoción de las actividades de minería a grande escala y la contaminación de fuentes de agua, ha llevado a la destrucción de vastas áreas, la mayoría de las cuales son territorios indígenas tradicionales. Así, no sólo se destruye y afecta el territorio sagrado de estos pueblos, sino que se perturban irremediablemente los sistemas de subsistencia de los que dependen para su alimentación, medicina, vivienda, religión y cultura.

La Amazonia desempeña un papel crucial en la regulación del clima mundial, pero cambios medioambientales como la deforestación y la modificación del régimen de lluvias están poniendo en peligro este ecosistema vital. Para los pueblos indígenas el cambio climático es una amenaza directa de su modo de vida tradicional.

Las comunidades indígenas de la Amazonia sufren también presiones externas por la invasión de los acaparadores de tierras, los madereros y los mineros. Estas actividades, que carecen de respaldo legal, desembocan en conflictos violentos, masacres y amenazas a la vida de los líderes indígenas y de aquellos quienes dedican su vida a esta causa de defensa de sus derechos y sus territorios. La ausencia del Estado o la ineficacia de autoridades de protección de los derechos civiles aumenta la vulnerabilidad de los pueblos indígenas condenados a sufrir abusos y violaciones. En el ámbito político, a pesar de los avances en el reconocimiento legal de los derechos indígenas, su aplicación efectiva sigue siendo un reto mayúsculo.

Entre las poblaciones indígenas los más vulnerables son los pueblos en aislamiento voluntario (Papa Francisco, Puerto Maldonado, Perú, 2018). Son grupos que han huido hacia las cabeceras de los ríos y a la selva profunda, lejos del mundo “civilizado” para defenderse de la violencia del modelo económico ecocida impuesto en la región. Actualmente hay 200 referencias a pueblos en aislamiento voluntario en la Amazonia (cfr. CIMI), lo que convierte la Amazonia en la región del mundo con mayor número de grupos humanos sin contacto con Occidente.

A pesar de estos desafíos, los pueblos indígenas de la Amazonia continúan resistiendo, movilizándose para defender sus derechos y proteger sus tierras e identidad. ‘Resistir para existir’ es la estrategia. Estamos convencidos, como lo recordó el Papa Francisco en el encuentro con los pueblos indígenas de la Amazonía en 2018 (Perú) de que ellos son interlocutores fundamentales para encontrar nuevas formas de cuidar nuestra casa común.