La Provincia jesuita de Vietnam: ¡Una fuente generosa de vocaciones!

Por Pierre Bélanger, SJ | Colaboración especial

Es un hecho que, dado el contexto social, cultural y religioso del mundo actual, en la mayoría de los países del mundo las vocaciones a la vida religiosa son poco numerosas. Hay, sin embargo, una notable excepción a esta tendencia: es el caso de Vietnam. El número de jóvenes vietnamitas que ingresan cada año en el noviciado de la Compañía -aunque sucede lo mismo en otras congregaciones religiosas, tanto masculinas como femeninas- se mantiene estable desde hace tiempo. Suelen ser más de 15.

Antes de entrar, estos novicios de Vietnam se someten a un programa de preparación complejo y exigente, que llaman Programa de Candidatado. Suele durar entre dos y cuatro años. Durante ellos un jesuita, y a la vez una comunidad de jesuitas, acompañan al joven interesado en la Compañía de Jesús. Los que participan en este programa suelen tener entre 18 y 40 años, pero la mayoría son estudiantes universitarios que continúan sus estudios, cada uno en su especialidad, mientras alimentan y maduran su deseo de vida religiosa. Algunos han vivido ya un compromiso profesional durante varios años, antes de optar por la vida religiosa. En su último año, los candidatos viven juntos en una comunidad, llamada Nuestra Señora del Camino, en la ciudad de Ho Chi Minh (Saigón).

Algunos años, antes de la pandemia, había más de 150 candidatos inscritos en el programa; ahora hay un centenar, de los cuales unos treinta están en la fase de pre-noviciado, que es el año en que se realiza el discernimiento final sobre la entrada en el noviciado. Para hablarnos de esta experiencia vocacional tan singular, entrevistamos al director, el padre Pham Duy Anh. Escuchemos lo que nos dice.

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“Nuestro equipo se reúne con los posibles candidatos para averiguar su motivación, su deseo de vivir la vida religiosa y si esta motivación puede conciliarse con el estilo de vida ignaciano. El Padre Nicolás, antiguo General, explicitó lo que debemos buscar en los candidatos: una profunda relación con Jesucristo, un buen conocimiento de sí mismo y capacidad para establecer relaciones auténticas con los demás, más un agudo sentido de generosidad y disponibilidad para la misión de la Iglesia.

El número de candidatos ha variado a lo largo de las décadas. Antes del cambio de régimen político en 1975, el número de aspirantes al noviciado era elevado. Entre 1975 y 2007, las condiciones no eran favorables y sólo recibíamos discretamente de tres a cinco candidatos cada año. A partir de 2007 hubo una liberalización del contexto, pero fue tras la elección del Papa Francisco en 2013 cuando el número de candidatos fue mucho mayor. Muchos jóvenes pidieron entrar: ¡el Papa fue para nosotros un extraordinario promotor de vocaciones! Desde la pandemia, sin embargo, el número de candidatos ha disminuido.

¿Quiénes son estos jóvenes? Cada uno llega con su propia historia, sus antecedentes familiares y su camino de fe. La mayoría procede de un entorno católico tradicional en su parroquia y su familia. La familia ejerce una fuerte influencia en su fe y su modo de vida; les enseña a rezar, anima a los hijos a participar en actividades parroquiales y grupos juveniles. La familia es el “primer seminario” para los que van a entrar en la vida religiosa. Al mismo tiempo, estos jóvenes deben tener sentido de la trascendencia; deben tener la necesaria sensibilidad para escuchar la llamada de Dios a la vida religiosa.

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De hecho, la situación en Vietnam es como en muchas otras partes del mundo. Para los jóvenes, incluso los jóvenes católicos, que viven en grandes ciudades modernas, la prioridad no suele ser lo religioso, sino conseguir un buen trabajo. A los que vienen del campo y han participado en actividades parroquiales les resulta más fácil seguir practicando la fe, aunque estudien en la ciudad... ¡mientras hacen frente al atractivo de tantas propuestas para divertirse, a las redes sociales y al teléfono móvil!

La realidad es que, aunque me resulte difícil dar una explicación convincente, la Provincia de Vietnam tiene muchas vocaciones. Se ve que Dios ama a la Provincia de Vietnam. Los valores religiosos, procedentes de las religiones tradicionales, es decir, del budismo, el taoísmo y el confucianismo, forman parte del patrimonio cultural del pueblo vietnamita. Además del contexto favorable que supone la intensa fe de las familias católicas, podemos decir que los jesuitas de Vietnam están, en general, muy comprometidos con la promoción de vocaciones. Dan retiros a jóvenes y están en contacto regular con ellos, especialmente con estudiantes católicos. La mejor manera de suscitar vocaciones es estar con los jóvenes, vivir con ellos como hacemos con los candidatos del pre-noviciado por ejemplo; ser testigos en medio de ellos. Es nuestra vida la que atrae, más que ninguna publicidad.

En un próximo artículo, Pham Duy Ahn, director del candidatado, nos hablará de los retos a los que se enfrenta, junto con su equipo, en el acompañamiento de los jóvenes que quieren entrar en el noviciado de la Compañía. Estén atentos.

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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