Rutilio Grande: mártir de la evangelización rural en El Salvador
Una presentación de Rodolfo Cardenal, SJ, en la Curia
El martes 12 de marzo, el P. Rodolfo Cardenal, SJ, Profesor de Teología de la UCA (Universidad Centroamericana - San Salvador) y Director del Centro Monseñor Romero, dio una conferencia, en la Curia de la Compañía en Roma. El evento fue organizado conjuntamente por la oficina del Postulador General, el Pontificio Colegio Pío Latinoamericano y la Embajada de El Salvador ante la Santa Sede.
El orador subrayó que no se puede entender plenamente a Monseñor Romero sin conocer a Rutilio Grande y la influencia que tuvo en el Obispo de San Salvador, el santo que fue asesinado por ponerse del lado de los pobres y los sin voz en su país. La conferencia puso de relieve varios paralelismos que se pueden establecer entre las vidas de los dos mártires. Pero sobre todo, se trataba del compromiso de Rutilio Grande tanto con la proclamación del Evangelio como con la justicia del Reino de Dios entre los campesinos.
El P. Rutilio Grande había pasado unos veinte años en la formación del clero diocesano salvadoreño en una forma de acompañamiento que invitaba a los seminaristas a la libertad interior. Los entrenó para que estuvieran al servicio del pueblo y que no fueran caciques clericales. Él promovió el espíritu del Vaticano II. Pero en 1970, tuvo que concluir que no tenía la confianza del episcopado, y se dedicó íntegramente al trabajo pastoral de su región natal.
El P. Cardenal trazó varios senderos que unen al obispo Romero y al jesuita Rutilio Grande. He aquí algunos de ellos:
- El P. Rutilio y Mons. Romero anunciaron el Reino de Dios y dieron muestras de su presencia en el corazón de una realidad dominada por la explotación económica, la opresión social y la represión del Estado.
- Ambos llamaron a los agentes de la injusticia y la violencia a la conversión y ninguno de ellos incitó a la violencia, luchando eficazmente contra sus diversas formas.
- Sus estilos de intervención eran diferentes, pero sus palabras eran agudas y oportunas. Los pobres los recibieron con alegría porque les traían esperanza; pero los poderosos acusaron a los dos sacerdotes de ser “comunistas” y los silenciaron asesinándolos.
- El Obispo Romero y el P. Rutilio trabajaron para construir una Iglesia que fuera verdaderamente un pueblo de Dios, según la definición conciliar. Para ellos, la Iglesia tenía que ser construida de abajo arriba, buscando unir a las personas, llamándolas a la conversión, a volverse a Dios.
Por supuesto, la dimensión profética de la predicación de Rutilio Grande planteó la cuestión política en su entorno parroquial. Oscar Romero hubo de ampliarlo: primero a nivel de su archidiócesis y luego en todo el país. El compromiso político de los dirigentes de las comunidades cristianas estaba provocando tensiones. Rutilio Grande, párroco, vivía en medio de ambigüedades: tenía que defender la opción cristiana, es decir, la lucha de las organizaciones campesinas por la justicia, aunque fuera interpretada como una acción política. Nunca pudo conseguir que las autoridades militares comprendieran eso. Sin embargo, la predicación y el cuidado pastoral de Rutilio Grande fueron explícitamente aprobados por Mons. Romero.
El P. Rodolfo Cardenal destacó la amistad entre Rutilio Grande y Oscar Romero. Recordó que después del asesinato del P. Grande, una “tradición local” sostenía que su muerte estaba en la raíz de la “conversión” de Mons. Romero. Una conversión que no se define como el abandono de una vida de pecado, sino como una nueva manera de dedicarse a los oprimidos, comprometido en defender su causa con notable fuerza y claridad.
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