Estamos viviendo en estos días y semanas un momento histórico en nuestro planeta y en nuestras sociedades. Aquí en la Curia General de los jesuitas, estamos encerrados con nuestros movimientos muy restringidos - una experiencia compartida por tantos otros a nivel mundial. Nuestro programa normal de viajes ha tenido que ser desechado; hay cinco miembros de la comunidad que no pueden volver a casa. Se han cancelado bastantes reuniones, por lo que nuestra huella ecológica está mejorando.

Mirando por las ventanas de la Curia casi no se ve a nadie. La gente se está quedando en el interior e, inusualmente para Roma, no hay turistas. Aparte de algunos gritos en las pequeñas calles y callejones, la ciudad es inquietantemente tranquila. La mayoría de nuestros colaboradores laicos y colegas trabajan desde casa o están de permiso.

En medio de todo este miedo e incertidumbre, el rayo de esperanza en la nube es un renovado sentido de comunidad. Hay más tiempo para rezar juntos, para pasar el tiempo libre con los demás, ver películas y conocerse mejor. Las reuniones del consejo del P. General se reanudaron el 17 de marzo cuando regresó de su visita a Nepal y la India con casi todos los miembros del consejo presentes, algo poco frecuente. Damos gracias a Dios por los medios de comunicación social y la oportunidad de las videoconferencias que nos permiten mantenernos en contacto, profundizar las amistades y seguir haciendo nuestro trabajo. Ha sido un verdadero consuelo recibir tantos mensajes de solicitud de todo el mundo. Sentimos el apoyo de la Compañía universal y nuestra cercanía con los demás.

Tengan la seguridad de que estamos rezando por cada uno de ustedes. Juntos pasaremos este tiempo, cambiando nuestros hábitos, encontrando espacios en los que el Señor nos llama, encontrando su consuelo y aliento para que nosotros, a su vez, podamos consolarnos mutuamente.