La paz: la construimos juntos
“¡Necesitamos la paz! ¡Más paz!” Con signos de exclamación subrayaba el Papa Francisco sus palabras en el encuentro internacional de oración por la paz, organizado en el centro de Roma por la Comunidad de San Egidio. En efecto, desde la visita de Juan Pablo II en 1986 a la ciudad de San Francesco, la Comunidad de San Egidio ha asumido la misión de mantener vivo el “espíritu de Asís”.
La reunión atrajo potentemente la atención. Constó de dos partes, un tiempo formal de oración, que convocó en lugares distintos: a los cristianos en la Basílica de Aracoeli, a los judíos en la Gran Sinagoga, a los musulmanes, los budistas y los seguidores de las religiones orientales en las salas de un museo cercano. ¿Cuál fue el momento más conmovedor de este encuentro ecuménico? La lenta enumeración de la treintena de países que viven actualmente conflictos armados. Se encendió una vela en memoria de las víctimas en cada una de estas zonas en guerra.
En la segunda parte del acto, todos se reunieron
en la Plaza del Campidoglio para afirmar juntos, alto y claro, junto a representantes
de la sociedad civil, su deseo de un mundo en paz. El Presidente de la
República de Italia, Sergio Matarella, figuraba entre los participantes y, al
igual que los líderes religiosos, firmó el “Llamamiento a la Paz” proclamado
por una joven en nombre de todos los jóvenes del mundo.
Durante este encuentro interreligioso, las voces de todos se unieron para recordar a los “grandes” de este mundo el deseo de paz de los habitantes del planeta, vivan dondequiera que vivan. Anotamos unas cuantas frases clave que atestiguan este deseo. El Papa Francisco subrayaba: “La paz es la prioridad de la política… ¡Basta de espadas, de armas, de violencia, de guerra!” El Secretario General del Comité Superior para la Fraternidad Humana (Islam) dijo estas palabras: “En verdad, el mundo herido de hoy necesita compartir el pan para ser más pacífico y seguro”. Se hacía portavoz de las palabras del Imán Ahmad Al-Tayyeb, que no había podido viajar a Roma: “Curemos juntos las heridas de la humanidad y redescubramos el valor de la misericordia, de la justicia y la tolerancia. Devolvamos a las personas la sonrisa que les han arrancado la guerra y los conflictos armados”.
Centrándose en la dimensión ecológica de la paz,
el Patriarca Bartolomé de Constantinopla decía así: “La época de la moda
ecológica, su idealización o peor aún, su ‘ideologización’, ha terminado. Ahora
es el momento de la acción”. El Gran Rabino de Francia, Haïm Korsia, añadía: “Nuestra
fraternidad necesita practicar el encuentro, el debate, a veces incluso la viva
discusión, pero siempre con la esperanza de descubrir al otro, para poder
encontrarnos a nosotros mismos”. El fundador de la Comunidad de San Egidio,
Andrea Riccardi, en su discurso se hizo eco del espíritu de la encíclica Fratelli tutti: “No ocuparse sólo de la
salvación de uno mismo abre el camino a visiones compartidas y a soñar sobre la
humanidad. Los creyentes sueñan. Ayudan a soñar a aquellos que necesitan ser
liberados de la pobreza. Los enfermos. Las víctimas de la guerra, empezando por
los niños, los refugiados”.
¿Por qué informar de este
evento ecuménico en las noticias de la Compañía de Jesús? Porque a petición del
Papa Francisco, las congregaciones religiosas están llamadas a dar a conocer
los acentos de Fratelli tutti. Desde
principios de mes, nuestro sitio web,
nuestras noticias, nuestros medios sociales han resaltado el pensamiento de
Francisco que propone un programa de “amistad social” para todos los pueblos de
la tierra. El octavo capítulo de la reciente encíclica está dedicado al papel
de las religiones del mundo al servicio de la fraternidad. Es un aldabonazo
para que tomemos conciencia de que todos somos “hijos" de Dios y nos
convenzamos de que hacer presente a Dios en la sociedad es bueno para todos.
Esta visión global de Fratelli tutti,
y del papel de las religiones en favor de una humanidad mejor, está en línea
con las Preferencias Apostólicas
Universales de la Compañía de Jesús. Entre los caminos hacia Dios de que estamos
llamados a ser indicadores, fomentando el uso del discernimiento y las
propuestas de los Ejercicios Espirituales, está ciertamente el de la paz.
Porque, como recordaba el lema de la reunión de Roma: “Nadie se salva solo”.