El cielo se está despejando; es el amanecer de un nuevo día
Con nuestros miedos y dudas, en un mundo de incertidumbre por una pandemia, inspirémonos en la valentía de las mujeres, discípulas de Jesús, que acudieron al sepulcro en la mañana de Pascua.
Recordemos siempre que las mujeres fueron las primeras en dar testimonio del acontecimiento que nos une en la fe. El impedimento previsto de la pesada piedra no les frenó; su amor les guió; sus vidas quedaron marcadas para siempre por el encuentro con Aquél que es signo de Vida. La profunda alegría no hizo desaparecer las vicisitudes de la vida cotidiana, pero les permitió “ver nuevas todas las cosas”, que es lo que estamos invitados a vivir en el Año Ignaciano que pronto comenzará.
Con María de Magdala, María, madre de Santiago y
Salomé, caminemos hacia el sepulcro y sepamos ver la aurora que despunta,
incluso en el tiempo del Covid-19.
Cristo es la luz, Cristo es el sol,
Cristo es el resplandor
Cristo es la luz, Cristo es el sol
Que a la noche venció.
Las tinieblas de la noche
Se han rasgado con el día.
Las tinieblas de la muerte
En Jesús quedan vencidas.
¡FELICES PASCUAS!