La audacia de vivir los valores de la Compañía de Jesús
El Encuentro “Mar adentro con Ignacio” de Marsella nos ha ofrecido la oportunidad de visitar la École de Provence. Un colegio de la Compañía como tantos a lo largo y ancho del mundo y que, como los de París, Calcuta, Buenos Aires, San Francisco o Douala, está dirigido por un equipo de laicos. Nos hemos reunido con la Sra. Marie-Pierre Chabartier, Directora General, para averiguar cómo logra esta institución hacer una verdadera inmersión en el espíritu de las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús. Oigámosla.
Creemos ser una institución - probablemente como
muchas otras instituciones de la red mundial - en la que nos “atrevemos” a vivir
los valores de la Compañía de Jesús mientras acompañamos a nuestros alumnos en
la sencillez de lo que son cuando llegan a nuestras manos, y luego asumiendo el
papel de consejeros suyos en el discernimiento que han de ir haciendo mientras
trascurre su escolaridad. Deseamos que tomen decisiones correctas para su
futuro, y que lleguen a ser personas maduras que sepan ponerse al servicio de
los demás.
Somos una escuela católica vinculada a la Compañía de Jesús, por lo que los alumnos tienen oportunidad de escuchar la palabra de Cristo en un clima de total libertad. El servicio de pastoral se encarga de la formación humana y de las celebraciones. Cualquier niño o adolescente que quiera proseguir su camino de fe y recibir los sacramentos, puede hacerlo con nuestro equipo de animadores pastorales y nuestro capellán.
Háblenos de sus alumnos. ¿Qué tensiones y qué sueños viven? ¿Se diferencian en algo de los demás adolescentes del mundo actual?
No
sé si los estudiantes de otros países están sometidos a tanta presión como los
nuestros: la presión de la sociedad, la presión de los padres, la presión del
miedo al fracaso. Nuestros alumnos experimentan gran dosis de ansiedad y
tenemos que procurar escucharlos constantemente, dar importancia a sus
problemas, animarlos y definir juntos cuáles son sus prioridades. El miedo al
futuro constituye el centro del debate y puede pervertir la calidad de su
escucha.
Hablando más en general, y teniendo en cuenta el carácter multicultural de Marsella, puedo decir que los alumnos de Provence aprenden rápidamente a escucharse a sí mismos, a recibir la palabra del otro, pero también a respetar sus creencias. Tenemos momentos en común, lo que llamamos “tiempos fuertes”, en que reunimos a los estudiantes en torno a temas.
Han elegido participar en un proyecto con el Collège Saint Mauront. Cuéntenos qué les ha llevado a hacer esta elección y, sobre todo, cómo se viven los vínculos - incluso entre alumnos - entre ambas instituciones.
Durante
un tiempo fui directora de un colegio en los distritos del norte de Marsella,
de esos que no tienen buena reputación. Me conmovió el deseo de aquellos chicos
por descubrir al otro, pero sobre todo su miedo a conocerlo. Los jesuitas nos
instan a superar las fronteras, a ir más allá intentando hacer desaparecer las
fracturas mediante el encuentro y el intercambio. De modo que intentamos, paso
a paso, vivir momentos comunes de nuestros alumnos junto con los del Saint Mauront. Hemos participado en
carreras juntos, hemos visitado juntos algunos barcos, juntos hemos hecho
teatro. Los alumnos de aquí ayudan a los más jóvenes de Saint Mauront a hacer sus deberes, les llevan a conocer Marsella y,
por supuesto, juegan al fútbol (¡auténtica religión compartida por todos los
marselleses!).
A nivel personal, como mujer ignaciana, ¿qué obtiene de participar en una educación acorde con la tradición de la Compañía de Jesús?
¡Me
siento muy apoyada por mi vinculación a los jesuitas! Significa una invitación
a caminar en dirección opuesta a la tendencia general, que lleva a cada uno a
replegarse sobre sí mismo, a parapetarse tras muros protectores. El proyecto de
la Compañía de Jesús en estas instituciones asociadas, como la nuestra, “se
atreve” a animar a las personas a que dirijan su vida hacia los demás. Eso hace
que cada día esté más agradecida y que trate de invertir aquí todas mis fuerzas
y mis energías. Espero poder contribuir al sentido que da la Compañía a la
educación: contribuir a que los jóvenes se conviertan en hombres y mujeres
protagonistas de su propia vida, al servicio de los demás en un entorno
ecológico necesitado de protección. Mi deseo es que mis alumnos sean responsables: si lo logro habré
conseguido algo. Mi fe me ayuda a comprometerme en todo momento, ¡incluso cuando
llegan las dudas!