El amor de Cristo nos apremia

Winnie Sullivan y Lisa Burks - Iglesia del Colegio de San Francisco Javier, Saint Louis, Missouri - Provincia Centro-Sur de los Estados Unidos
[De la publicación “Jesuitas 2022 - La Compañía de Jesús en el mundo”]

Feligreses ignacianos que responden a la llamada a vivir plenamente el Evangelio como comunidad multicultural, antirracista y llena de fe.

Corría el año 2014 y Saint Louis, Missouri, era noticia a nivel internacional, por un motivo muy desafortunado. Un pequeño suburbio del norte del condado de Saint Louis, Ferguson, había sido el escenario de un tiroteo policial. Un joven negro, Michael Brown, fue asesinado por un policía blanco y la comunidad, mayoritariamente negra, había estallado en tensos enfrentamientos nocturnos con una fuerza policial fuertemente militarizada. Las protestas diarias se extendían por toda el área metropolitana, en cuyo corazón se encuentra la iglesia católica de San Francisco Javier, o la Iglesia del Colegio, como se la conoce más familiarmente. Desde esa posición privilegiada en el campus de St. Louis University, en el barrio del centro de la ciudad – un corredor central integrado que sirve de demarcación entre el lado norte de Saint Louis, predominantemente negro, y su lado sur, mayoritariamente blanco –, los feligreses veían cómo se desarrollaban los acontecimientos cercanos y se sintieron llamados a responder.

Saint Louis lleva mucho tiempo luchando con su historia cargada de racismo. Del mismo modo, la historia de la Compañía de Jesús y sus instituciones en Saint Louis es compleja. Está ahí el legado de la esclavitud, es decir, la llegada de los jesuitas en 1823, con sus esclavos africanos, cuyo trabajo no remunerado serviría para establecer la misión de Missouri. A ese legado se une la historia del servicio pastoral de los jesuitas a los católicos negros de Saint Louis, un ministerio que abarcó, en su momento, la atención espiritual a toda la comunidad católica negra de la ciudad. Entre los jesuitas dedicados a estos ministerios hubo varios sacerdotes que defendieron la igualdad racial y lucharon por la integración de St. Louis University, convirtiéndola en la primera universidad de un antiguo estado esclavista que admitió alumnos afroamericanos. Basados en esta historia, impulsados por una sed de justicia social e inspirados por un espíritu de reconciliación y comunión, los feligreses de la Iglesia del Colegio dieron forma a su respuesta a los disturbios en Ferguson.

A raíz de la tragedia de la muerte de Michael Brown, un grupo de feligreses – la mayoría de los cuales habían participado activamente en la Comisión de Pastoral Social de la parroquia – se reunió para formar el Comité de Racismo y Reconciliación. Al tiempo que sus miembros tratan de profundizar en su propia consciencia y comprensión del racismo y de los componentes estructurales de nuestra sociedad que lo preservan, este comité ha sido el vehículo principal para exteriorizar los esfuerzos antirracistas de la parroquia. Proporciona oportunidades, tanto a los miembros de la parroquia como a los de fuera, para formarse sobre temas relacionados con el racismo; planifica actividades para celebrar las aportaciones de los católicos negros; y ofrece foros –con frecuencia en colaboración con una parroquia vecina, predominantemente negra– para el diálogo interracial. Entre sus programas más populares y recurrentes se encuentra el «Viaje de Cuaresma hacia la Justicia Racial», que invita a orar diariamente el «Examen» ignaciano, tras haber trabajado con materiales cuidadosamente seleccionados (artículos, vídeos y pódcast) sobre el tema de la justicia racial.

En 2018, los líderes de la parroquia sintieron la necesidad de dirigir una mirada más cuidadosa a la estructura, los servicios, la cultura y el entorno de la Iglesia del Colegio, centrada en el objetivo de convertirse en una congregación antirracista. Las lecciones de las revueltas de Ferguson se estaban asimilando, y a ello se añadían las lecciones de 2020 y los asesinatos en serie de afroamericanos desarmados por todo el país. Para llevar a cabo esta evaluación institucional interna, la parroquia creó un «Equipo Antirracismo». Con la ayuda de la Organización de Formación Antirracista Crossroads, se organizaron grupos de discusión para evaluar las opiniones y experiencias de los feligreses en relación con el racismo. Los miembros del Equipo Antirracismo se sometieron a una formación, ofrecida por Crossroads, diseñada para desmantelar el racismo e hicieron uso de una herramienta de autoevaluación para facilitar el proceso de cambio. Como consecuencia de esa formación, el antirracismo se ha incorporado como una prioridad del plan estratégico de la parroquia.

Los miembros del Equipo Antirracismo están explorando la forma de llevar a cabo una revisión de la equidad racial en la parroquia, y los feligreses están cada vez más concienciados de la necesidad de infundir un espíritu antirracista a todas las actividades de la iglesia. «Es una oportunidad para ver cómo hacemos posibles el racismo y la supremacía blanca, incluso cuando nuestra intención es ser inclusivos», dice Katie Jansen-Larsen, administradora de la parroquia. «Queremos entender de qué manera ponemos límites a Dios y a su amor desbordante y precisar cómo podemos reconocer más plenamente los dones de todos».

El desarrollo de alianzas ha sido un componente esencial del crecimiento de los esfuerzos contra el racismo en San Francisco Javier. La colaboración con el arciprestazgo del norte de la ciudad, que incluye la mayor parte de las parroquias de mayoría negra de Saint Louis, y con su Comité de Relaciones Interraciales ha llevado a una mayor conciencia de la rica historia de los católicos afroamericanos y sirve para garantizar la rendición de cuentas por parte de la Iglesia del Colegio hacia la comunidad en general. También se han forjado relaciones productivas con la Comisión de Justicia y Paz de la archidiócesis de Saint Louis y su «Oficina de Armonía Racial», así como con otras asociaciones comunitarias que trabajan para incidir en las políticas públicas en favor de las personas desfavorecidas y marginadas.

Inspirados por las homilías de su párroco denunciando el racismo y conscientes de las duras verdades puestas al descubierto por el proyecto «Esclavitud, Historia, Memoria y Reconciliación», los feligreses de la Iglesia del Colegio se esfuerzan por responder a la llamada a vivir plenamente el Evangelio como una comunidad multicultural, antirracista y llena de fe.