Hacia una Iglesia orante, humilde y a la escucha
El Padre Orobator ha sido nombrado recientemente
Decano de la Escuela Jesuita de Teología de la Universidad de Santa Clara en
California. Durante los últimos seis años, ha sido presidente de la JCAM, la
Conferencia Jesuita de África y Madagascar. Fue elegido por el Papa Francisco
como miembro del Sínodo porque, con la JCAM, desempeñó un papel activo en la
animación de las fases preparatorias del Sínodo en el continente africano.He aquí su testimonio.
Por Agbonkhianmeghe
E. Orobator, SJ
Decano, Jesuit School of Theology, Santa Clara University
Soy
miembro con derecho a voto de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de
los Obispos sobre la Sinodalidad. Estos días han constituido un tiempo de
conversaciones profundas y orantes en el Espíritu, mientras buscamos
colectivamente luz para ver la voluntad de Dios y valor para cumplirla. Hablar
de un sínodo como tiempo de oración puede parecer sorprendente. Las personas
familiarizadas con el funcionamiento de un sínodo saben que lo habitual es participar
en un maratón de discursos y prolongadas rondas de votaciones sobre textos concretos,
que exclusivamente los obispos han preparado de antemano o han propuesto en la
misma reunión. Esta vez las cosas no son así: los participantes realizan su
trabajo en pequeños grupos de composición mixta, es decir, laicos y laicas,
religiosos y religiosas, sacerdotes y obispos. Se escuchan unos a otros en
múltiples rondas de conversación espiritual.
La disposición de los asistentes en mesas redondas crea un ambiente de círculo de oración. Esto hace que la atmósfera del sínodo sea de oración y propicie una atención interior a las mociones del Espíritu Santo. Los discursos e informes van intercalándose con momentos de silencio y de recogimiento interior. Las liturgias de la mañana, que dirigen monjes camaldulenses, están preparadas con esmero, igual que las reflexiones de los acompañantes espirituales.
Tal
como ha sido concebido por el Papa Francisco, el tema de este sínodo, la “sinodalidad”,
implica un espacio común de escucha, de diálogo y discernimiento, sobre los
asuntos de mayor actualidad en la Iglesia. Hay algo profundamente ignaciano en
esta experiencia, porque el discernimiento y la conversación espiritual
presuponen que los participantes dedican tiempo para orar, de modo que sus
aportaciones e intervenciones salgan de un recogimiento contemplativo. Esta
experiencia está alimentando mi oración personal. Echo una mirada hacia atrás,
a cómo ha sido mi experiencia hasta ahora, y veo que este sínodo sobre la
sinodalidad se ha convertido en una forma de poner en práctica la gracia de la
escucha, del diálogo y del discernimiento, de una manera orante. Es una nueva
forma de ser Iglesia.
Una y otra vez Francisco nos ha recordado a los miembros del sínodo que el protagonista más importante en este ejercicio de discernimiento es el Espíritu Santo, del mismo modo que la disposición más importante es una apertura orante y respetuosa a lo que el Espíritu le dice a la Iglesia como comunidad global de discernimiento.
Incluso
aunque nada cambiase después del sínodo, el integrar la oración y el discernimiento
en común en los procesos de toma de decisiones, formará ya parte importante del
objetivo de convertir nuestra Iglesia en una Iglesia más sinodal. Tengo la
esperanza de que el resultado del sínodo sea una Iglesia que discierne más en
su manera de proceder; en otras palabras, una Iglesia orante, humilde y a la
escucha.
Comunidad Synodal-U
La Compañía de Jesús se une a personas de diversos rincones del mundo que quieren caminar juntas en su formación sinodal.