Santa Inés de Bohemia prefirió los pobres a las cortes reales

Durante su visita a la Provincia de Bohemia, el lunes 13 de noviembre, el P. General celebró la eucaristía en la iglesia de los jesuitas, in Brno. Allí se reúnen los jóvenes del Movimiento Universitario Católico de Brno. Era la fiesta de la patrona de Bohemia, Santa Inés, canonizada por Juan Pablo II en 1989. Esta hija del rey Ottokar eligió la vida religiosa y el cuidado de los pobres, rechazando incluso varias propuestas de matrimonio, entre ellas la del emperador Federico II. Había oído hablar de Francisco y Clara de Asís. Escribió a Clara y fundó un monasterio en Praga para llevar una vida de pobreza, inspirada en la propia Santa Clara.

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He aquí la homilía del P. Arturo Sosa sobre el Evangelio del día,
la “Parábola del Juicio Final” (Mt 25, 31-46).

Estoy encantado de que este encuentro nuestro de hoy coincida con la memoria de santa Inés de Bohemia, una de vuestras santas patronas. Como hija de la realeza, podría haber aspirado a un puesto importante en cualquiera de las cómodas y ricas cortes europeas. Sin embargo, optó por una vida completamente dedicada a Dios en la pobreza, y eligió como amiga a Santa Clara, con quien compartió una profunda correspondencia que duró casi veinte años.

Aunque vivió hace casi ocho siglos, su elección de una vida dedicada a Dios es muy actual. En efecto, para santa Inés, elegir a Dios significaba prestar una gran atención a los últimos, a los más pobres, a los excluidos. Tanto el ejemplo de santa Inés, como el Evangelio de hoy, pueden ayudarnos a comprender en qué consiste una auténtica opción por Dios, una opción por Jesús, también en nuestro tiempo.

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Jesús separa a los que no le sirven de los que le sirven. Sólo estos últimos llegan a ser herederos de su reino. Muy a menudo los cristianos hablamos de la necesidad de elegir a Dios, de reconocer a Jesús como nuestro Señor. Esta distinción entre creyentes en Dios y no creyentes nos resulta perfectamente comprensible y puede darnos una sensación de seguridad. Sin embargo, seguro que se han dado cuenta que, en el evangelio de hoy, que describe la escena del juicio final, el criterio para separar a las personas que agradan a Dios, de las que tienen poco que ver con Él, no es en absoluto una declaración de fe o una forma de creer. Se trata de simples actos de compasión humana, simples gestos de acompañamiento a otros necesitados:

“Tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero (hoy diríamos ‘refugiado’) y me acogieron...”

Parece que el criterio básico de lo que comúnmente llamamos el juicio final es la sensibilidad ante las necesidades de los últimos, los necesitados, los excluidos. En esto se decide la elección de Dios.

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Curiosamente, este criterio desconcierta a ambos grupos de personas, pues preguntan: ¿Cuándo te hemos visto hambriento, sediento...? Los que no han dado pan, ni un vaso de agua a los necesitados, están perplejos porque, al fin y al cabo, si hubieran sabido que estaban tratando con Jesús, como buenos cristianos seguro que no le habrían dejado sin ayuda. Su tragedia es precisamente que han reducido la fe y a Dios al contexto de las declaraciones religiosas, donde se sabe que hay fe de por medio. Mientras tanto, la elección de Dios es en realidad la elección de un ser humano, el que no es necesariamente atractivo, el que está a nuestro lado. Se elige mejor a Dios, cuando es completamente irreconocible. Pero es precisamente cuando uno reconoce la mayor pobreza, la mayor exclusión, y trata de combatirlas, cuando esto le hace agradable a Dios y semejante a él.

Los actos de caridad, con los que santa Inés ha sido recordada durante generaciones, fueron realizados por ella hacia todos los necesitados, independientemente de su procedencia, creencias y forma de pensar. No es infrecuente quejarse de que, hoy en día, la fe está confinada a la esfera privada. Sin embargo, si nuestra elección de Dios es un gesto de acercamiento a las personas necesitadas que nos rodean, nuestra fe no estará limitada por nada; será un claro testimonio en el ámbito social.

Que nuestra fe, como la de santa Inés, nos capacite para elegir verdaderamente a Dios y llegar a ser a su imagen y semejanza, y así ser testigos comprensibles de su amor en el mundo.

[Fotos de František Ingr - Asociacion Člověk a víra]

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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