Señor Jesucristo,

Tú que curaste a los enfermos y consolaste a los afligidos,
Tú que nos mostraste la infinita misericordia y compasión del Padre,
Tú que diste tu vida por nuestra salvación,
escucha ahora nuestra oración en esta Jornada Mundial del Enfermo.

A ti confiamos a los que sufren en el cuerpo, en la mente o en el espíritu.
Concédeles tu gracia, dales fortaleza, consuélalos con tu paz
y sostenlos con la esperanza que brota de tu resurrección.

A ti confiamos a quienes cuidan de los enfermos y de los ancianos.
Recordamos a los médicos, enfermeras, voluntarios y familiares que se entregan para que otros encuentren curación y descanso.
Bendícelos por su servicio generoso y su amor desinteresado,
protégelos del daño y la fatiga,
hazles conocer la bondad que traen al mundo.

A ti confiamos a los dirigentes de las naciones y a los miembros de la comunidad científica
que trabajan juntos por el bien común de la humanidad.
Te pedimos que trabajen por un mundo en el que todos tengan acceso a la asistencia sanitaria:
para que promuevan una cultura de solidaridad y fraternidad,
que supere los flagelos de la enfermedad, la pobreza y la violencia.

A Ti nos encomendamos, por intercesión de María.
Te pedimos que trabajemos para dar consuelo a los afligidos,
para seguir tu ejemplo de amor y servicio,
para ser testigos fieles de tu Evangelio en el mundo,
para compartir tu gloria en el cielo.

Amén

Lea el mensaje del Papa Francisco para la 32ª Jornada Mundial del Enfermo