El Cristo sonriente de Javier – para la meditación del Viernes Santo

El Viernes Santo es el día apropiado para meditar frente a Cristo en la cruz. Les sugerimos que lo hagan ante el famoso "Cristo sonriente" del castillo de Javier, España, lugar de nacimiento de San Francisco Javier. El propio P. Arturo Sosa meditó ante este crucifijo durante su visita a Javier en mayo de 2021. A continuación, se presentan extractos de un artículo del P. Germán Arana que pueden inspirar nuestra meditación.

Por Germán Arana, SJ

La vida de Francisco de Javier produce sin duda asombro. El cúmulo de sus empresas despierta una profunda admiración. Aún en una cultura como la nuestra, cada vez más empobrecida en propuestas sustantivas de modelos y valores, no se ha apagado el reclamo atrayente del más universal de los navarros. Pero precisamente porque su aventura humana fue gigante, al acercarnos a su figura y a su significado, podemos caer en la trampa de quedarnos en la admiración más externa de su proeza.

Para evitar este espejismo, quizá pueda sernos de ayuda colocarnos en la disposición de un visitante o, mejor aún, de un peregrino que llega a Javier. Sus intereses previos modularán sus preferencias contemplativas. Pero si sabe disponerse, el mismo magnetismo del ambiente y su potencial evocador le conducirán a centros de interés nuevos y sorprendentes. Me pregunto qué ha visto de Javier el visitante desconocedor del Cristo sonriente. Quizá muy poco, por no decir nada. Porque el resto de lo que le ha entretenido, con ser interesante, no se le puede comparar.

Las indicaciones más aceptables sobre la efigie del Cristo del castillo son probablemente las que nos proporciona Juan Antonio de la Peña. Este jesuita nos describe en 1620 la casa y linaje del Santo, dando un relieve singular al santo crucifijo de Xavier (...) que fue como el manantial de todos los bienes espirituales de esta casa.

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El P. Arturo Sosa, SJ en Javier, España.

El viajero que se acerca a él, recibe una viva impresión. Se trata de una talla algo más grande que el tamaño natural, de líneas muy armoniosas y serenas. Al tallista, le sucedió algo semejante a los autores de los iconos. Su oración, su contemplación del misterio de Cristo, Señor y Redentor, se prolongó connaturalmente en una efigie que constituye por sí misma una catequesis densamente teológica, que introduce en la experiencia del triunfo definitivo del amor en él representado.

El autor anónimo nos ha dejado la impronta de un crucificado vivo. No nos ha entregado la reproducción doliente de la agonía. Es un Cristo sereno y victorioso que ha hecho del árbol de la cruz el asiento de su triunfo definitivo. En términos bíblicos podría decirse que el Cristo de Javier es un Cristo joánico, una imagen en la que se han unido inextricablemente las dos vertientes de un único misterio de vida y de amor.

El Cristo de Javier representa una humanidad transfigurada. El Verbo encarnado, triunfador sobre el pecado y la muerte, ha arrastrado su propia humanidad, y la nuestra con él, en su victoria. Su contemplación produce una serena placidez.

¿Sonríe el Cristo de Javier? Depende de la perspectiva. Mirado de abajo arriba, a modo de una toma en contrapicado, sin duda. Esa es justamente la postura de observación pretendida. A medida que el observador gana altura sobre la imagen, la sonrisa se difumina poco a poco. Y si se mira desde arriba, en picado, podría incluso decirse que el semblante se vuelve un poco severo.

Tengo para mí que el Cristo de Javier es benévolo para los humildes. Ha recuperado su señorío universal. Ha sido levantado sobre la tierra como signo de redención universal. Dispensa una acogida cordial y reconfortante que sólo se entrega desde la conciencia de la propia menesterosidad del que ardientemente la busca y necesita. Es el Señor de los pobres, de los desgraciados, de los que se abrazan, oprimidos por mil heridas de la vida, a la base del leño, como a una tabla de salvación. En cambio, los que se instalan en su propia suficiencia, fatalmente inconscientes de cuán exigua provisión acarrean, no son recibidos por el Señor de los pobres.

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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