Una o dos veces al año, los Superiores Mayores de cada una de las seis Conferencias de la Compañía se reúnen. Fue en Nepal donde, a finales de febrero, la JCSA (Conferencia de los jesuitas de Asia meridional) efectuó su reunión, en presencia del Padre General. Pedimos al Provincial de Bombay, el P. Arun de Souza, que compartiera con nosotros lo que retuvo de la reunión. Aquí está su testimonio.

Levantar el vuelo de la India a Katmandú es una bella experiencia. Justo antes de llegar a Katmandú, uno percibe los picos nevados del Himalaya en un mar de cielo azul y luego, de repente, desde las nubes, el avión desciende a un valle verde esmeralda: Katmandú. El vuelo manifiesta una imagen de lo que fue la reunión de la Conferencia jesuita del Asia Meridional (JCSA) de este año. Ir a la reunión de la JCSA a Katmandú fue un llamamiento a elevarse por encima del estrecho provincialismo para entrar en las verdes zonas fértiles del servicio a la Iglesia universal.

En nuestra primera sesión, Don Kanak Mani Dixit, editor fundador de Himal, una revista nepalí dedicada a la política y la cultura del Himalaya, nos lanzó el desafío de ir más allá de la idea del Estado-Nación. Nos propuso que nos viéramos primero como sudasiáticos más que como nepalíes, indios, esrilanqueses, pakistaníes o bangladeshes. Las guerras, la desigualdad y la exclusión han tomado forma alrededor del concepto de “nación”. Y sus propósitos sonaban impresionantemente verdaderos: hay que tener en cuenta que ese día (24 de febrero) se produjeron continuos disturbios en Delhi organizados precisamente a causa de dichos procesos de exclusión. Consciente de esta triste situación, la JCSA emitió una declaración denunciando el intento continuo de dividir a la India por motivos religiosos a través de la Ley de Enmienda de la Ciudadanía (CAA) y condenando los disturbios de Delhi.

En su charla, el Padre General insistió sobre la necesidad de conversión para hacer de las Preferencias Apostólicas Universales (PAU) una verdadera misión. Nos alertó contra la opción fácil de rellenar como ya cumplidos los puntos de nuestro casillero mental y engañarnos así, pensando que ya habíamos estado trabajando en las PAU. Más bien, las PAU deben verse como las cuatro opciones esenciales dentro todo lo que hacemos, algo que nos obliga a revisar nuestra identidad y misión en lugar de que sea más de lo mismo. Con este llamamiento a la conversión que resuena en nuestras mentes y corazones, iniciamos, junto con los secretarios de nuestras diversas comisiones, el proceso de discernimiento para determinar quién podría ser el próximo presidente de nuestra Conferencia. Dejando de lado las excluyentes distinciones étnicas, regionales y de casta, tratamos de dar con la voluntad de Dios, en nuestro discernir qué tipo de líder necesitaríamos para los próximos años en Asia meridional.

En la sesión de clausura, nos vimos desafiados de nuevo por el mismo llamamiento a la conversión, a la universalidad, cuando tomamos conciencia que no podíamos encontrar o “compartir” (poner en común) jesuitas que pudieran ocupar ciertos puestos cruciales a nivel de la Asistencia. Impresionados por esta aparente “falta de generosidad” o dándonos cuenta de que podría haber fallos en nuestra formación, decidimos comprometernos a vivir un retiro en común en nuestra próxima reunión de la JCSA en Madurai bajo la dirección del P. John Dardis. Pedimos sus oraciones mientras nos preparamos para este retiro a fin que nosotros, líderes de la JCSA, nos dejemos conducir por el Espíritu, para convertirnos, para escuchar el toque de clarín de las Preferencias Apostólicas Universales. Mientras el mundo que nos rodea está siendo desgarrado por el nacionalismo excluyente de la derecha, ¿podemos nosotros, los jesuitas y todas las personas de buena voluntad, trabajar por un orden cósmico de justicia, inclusión y pluralismo donde todos los seres puedan realizarse? Este es el reto al que se enfrenta la JCSA.